Nervios, emoción, incertidumbre… ¿Qué pasará? ¿Cómo saldrá? Para muchos de nosotros era un reto salir a cantar de memoria, sin partituras y además, bailar e interpretar. ¿Alguien da más? Pues sí, además teníamos que hacer la introducción de nuestras piezas con textos que ambientaban lo que íbamos a cantar.

En esta a la izquierda, en la siguiente a la derecha, primero con energía, luego con solemnidad, ahora coges el banco y tú te bajas del escenario. No te olvides de hacer como si tocas la trompeta, sí sí, y yo el contrabajo. Sonríe, sé tierno, mira al público y ahora al infinito… ¡Caray! ¡Cuántas directrices a recordar!

Pero sí, a pesar de todo esto, salimos al escenario y disfrutamos como nunca de un primer pase, en el que todo salió bien, a pesar de algún despiste de última hora del que nadie se percató salvo nosotros (bueno, quizá alguien sí…).

Repasos de última hora para mejorar esos pequeños detalles y a por el segundo pase, en el que, nervios ya disipados y las directrices bien asentadas, dieron lugar a un concierto en el que público y grupo se mimetizaron a la perfección para disfrutar y salir de El Salón de Godot con un gran sabor de boca.

El público estaba tan entusiasmado que a pesar de los bises y de habernos marchado del escenario, siguieron aplaudiendo y pidiendo al unísono “¡otra, otra!” ¡Qué gran sensación! Así que allí nos plantamos de nuevo, pero esta vez, mezclados entre el público para ofrecer nuestra mejor versión del “Hello, Mary Lou”.

Poco a poco nos fuimos despidiendo de público y familiares, escuchando la buena crítica sobre el concierto, para culminar con un encuentro entre los miembros de Tag Time y celebrar el éxito de nuestro primer concierto y con ganas de… ¡repetir!

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